Un viaje de placer...

El otro día me fui de viaje a Machala (Ecuador), dando una vuelta por zaruma y piñas.

Lo más sorprendente es que cualquier viaje te abre los ojos, te recrea la vista… huy… pero se rescata algo: que las peladas de tu ciudad no valen la pena.

Es verdad, uno sufre por una chica que ni siquiera saluda, pero en otros lados te las presentan y son amigables, o sin conocerte te dicen hola, te sonríen, caso distinto a las de tu cuidad que no se ríen contigo, sino de ti.

¿A qué voy? Pues el romance de paseo, uno tradicional, que siempre sucede, o en ciertos casos tienes una amiga de otra ciudad, que poco a poco te va hablando en términos de: “mi amor”, “cielo”, “mi vida”, etc.

¿Es esto adecuado?, pregunto ya que es como algo que no tendrá futuro, salvo que cada vacación se vaya al mismo lugar, cosa que no es extraña porque algunas familias lo hacen…

En estos paseos siempre hay cerveza, puede no haber comida, pero hay cerveza, caso de un serrano en la costa, por allí no hay centros de rehabilitación para borrachos, hay “sedes sociales” que no es lo mismo, cabe recalcar.

L a mesera…. Huy Dios mío! Uno se pregunta por qué desfila por ahí con los pedidos si podría hacerlo en una pasarela con ropa ajustada… (Babeando).

A donde quiera que se mire hay peladas más simpáticas que las de la tierra de uno, por eso cuando se regresa, la perspectiva cambia… pero al tiempo volverá la de siempre y uno una vez más estará atrapado en la rutina de ser perro de la misma mujer… pero conste que puede ser que no pase… je je ya en serio, al otro día que la vez se te caerá la baba por ella, y lo peor de todo es que le traes un obsequio de la ciudad que visitaste….!!! Ja ja ja

Diego Patricio